Artículo medioambiental
Beneficios empresariales de reducir la Huella de CarbonoAdam McKay sugiere, en su película “Vice”, que Dick Cheney desvió la preocupación de la población estadounidense sobre el calentamiento global refiriéndose al problema únicamente mediante un término que sonaba menos alarmante: “Cambio Climático”.
No se puede confirmar si la estrategia desinformativa fue verdad o ficción; sin embargo, la desidia que pusimos al problema durante la primera década del presente siglo es una realidad. La inacción frente al calentamiento global generó la variación de ecosistemas, con efectos como tormentas, sequías, incendios e inundaciones. Estos cambios del medio ambiente, que en conjunto forman el cambio climático, alteran el flujo de recursos naturales y pone presión sobre la producción agrícola de la cual depende la humanidad.
La reducción en emisiones de gases de efecto invernadero, que organismos especializados como el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) plantea para evitar una catástrofe ambiental es más drástica cada año; pese a ello, nuestras emisiones siguen en aumento. Según información de ClimateWatch, más de la mitad del total de emisiones globales se genera como consecuencia de la actividad productiva industrial, agrícola y ganadera; siendo la principal fuente el consumo de energía. Dicho esto, la incorporación de un estilo de vida sustentable en la población no es suficiente para contrarrestar el problema, la mayor responsabilidad en reducción de emisiones recae en la cadena productiva.
Existen dos tipos de medida para reducir las emisiones generadas por las empresas; el primero son medidas de cumplimento obligatorio creadas por los gobiernos, que pueden incluir impuestos a emisiones, prohibición de uso de tecnologías o materias primas, retiro de productos del mercado, requerimientos de medidas de compensación, entre otros. El segundo son las medidas voluntarias, las cuales comprenden cualquier forma de reducción en emisiones que las empresas aplican a libre criterio.
Las medidas obligatorias tienden a incrementar los costos de producción, reduciendo los beneficios inmediatos de las empresas, como consecuencia suelen tener un efecto económico negativo de corto plazo. Esta relación inversa hace que sea más común su aplicación en economías estables; mientras que en economías en vías de desarrollo suelen ser relegadas por medidas que buscan el crecimiento económico. Teniendo en cuenta nuestra realidad, las empresas debemos tomar el liderato de manera voluntaria, mitigando nuestro riesgo ambiental y protegiendo el uso de recursos.
El punto de partida para la aplicación de una medida voluntaria de reducción de emisiones es conocer el estado actual de la empresa, es decir su volumen de emisiones de gases de efecto invernadero; su contribución al calentamiento global se determina en toneladas de carbono equivalente mediante la estimación de su Huella de Carbono.
La complejidad del cálculo de la Huella de Carbono varía para cada sector empresarial, pues se realiza en base a los recursos utilizados y a las actividades realizadas. De esta manera, la determinación puede ser relativamente simple para una empresa prestadora de servicios en comparación con una empresa de producción petroquímica. Sin embargo, existen alternativas de simplificación para el cálculo; en Perú, el Ministerio del Ambiente ha implementado la plataforma “Huella de Carbono Perú”, la cual cubre la parte técnica, aplicando factores y ratios de conversión sobre la información que las empresas completan respecto a su consumo de bienes o servicios.
Conociendo su Huella de Carbono, las empresas pueden aplicar medidas voluntarias que les permitan reducir sus emisiones y, dependiendo del tipo de reducción, obtener beneficios económicos o comerciales, por ejemplo:
Beneficios directos: Menores costos, mayores utilidades
Cuando una empresa identifica procesos con altos niveles de emisiones como consecuencia de ineficiencia en uso de recursos, y ésta puede ser corregida mediante restructuración de procesos o mediante cambio tecnológico, la aplicación de dichas reformas puede incrementar las utilidades de la compañía. En el primer caso, el beneficio económico se presenta como reducción de costos por menor uso de recursos; mientras que, en el segundo caso, el beneficio económico resulta del valor actual neto del ahorro futuro y la inversión requerida en tecnología.
En ambos escenarios, se obtiene mejores resultados cuando es posible un Benchmark de volumen de emisiones, uso de recursos o tecnologías con otros actores del sector, sean locales o externos. En este sentido, los estados y organismos de soporte deben buscar formas de potenciar el flujo de información e investigación. Un ejemplo de esta sinergia se da en Chile, donde la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático coopera con agrupaciones empresariales, destinando fondos a la investigación para el fomento de la producción sustentable, facilitando la aplicación de tecnologías de producción más limpia. Es importante notar que, por su enfoque en la producción, esta agencia se encuentra vinculada al Ministerio de Hacienda, lo cual la coloca mucho más cercana al sector empresarial.
Beneficios comerciales: Posicionamiento en el mercado
Desde el punto de vista comercial, la empresa puede utilizar sus mecanismos de comunicación con stakeholders para hacer visibles sus políticas de emisiones, obtención de reconocimientos (Como los sellos otorgados Huella de Carbono Perú), o certificaciones formales de reducciones o niveles metas. Estas acciones pueden resultar en mayor participación de mercado frente a consumidores que buscan productos ambientalmente amigables.
Por otro lado, en un sentido más formal, la obtención de certificaciones puede preparar a la empresa para superar futuras barreras de entrada a mercados internacionales que soliciten productos cero emisiones o cercanos a ello. Normativas que se vienen discutiendo actualmente en mercados europeos y que podrían derivar en impuestos a la importación de productos “Carbon-Intensive” o inclusive su bloqueo.
El medio ambiente, al ser el bien público por excelencia, está sujeto a la “tragedia de los bienes comunes”, la cual se resume en una destrucción del bien cuando los agentes económicos lo sobreexplotan de manera competitiva. Desde la revolución industrial hemos avanzado mucho en dicha sobreexplotación, corresponde entonces a la industria moderna encontrar ventajas competitivas en la reducción de emisiones a fin de modificar el patrón y evitar la tragedia
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